La acción del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa dejó profunda huella. Primero, por la afirmación de la responsabilidad que tiene el Estado en la educación, el Estado Docente venezolano; segundo, por su lucha por la organización magisterial, que contribuyó a dignificar la labor docente, la voz del maestro frente al poder; y tercero, lo que le daba sentido a todo, por su lucha por la democracia venezolana.
Prieto es hoy un personaje manipulado por el gobierno autoritario, que pretende apropiarse de su biografía mientras acaba con la carrera docente, ignora al movimiento magisterial, desnaturaliza la escuela como centro pedagógico, socava la autonomía universitaria y persigue a líderes estudiantiles.
Enarbolan la bandera del “Estado Docente”, manipulando la política educativa del trienio 1945–48 para justificar atropellos y arbitrariedades. Olvidando que dicha política formaba parte de un proyecto democrático integral. En su desarrollo se cometieron errores y se hicieron correcciones, el famoso Decreto 321 del Ministro García Arocha generó tal conflictividad que llevó a su corrección con el 344. La noción de Estado Docente se perfeccionó, el Programa Mínimo Común de 1958 reivindicó un consenso en torno al Estado Docente democrático que aceptaba la educación privada.
Desde 1958 tanto sociedad como Estado han cambiado su relación con la educación. Hoy, dentro de un proyecto democrático, una educación verdaderamente liberadora requiere un Estado Docente democrático dialógico, en comunicación permanente con sociedad y familia, sin autoritarismos ni pensamiento único, cuya interacción contribuya al desarrollo pleno de las capacidades de los venezolanos en pluralismo y libertad. Ese es el espíritu liberador del Maestro Prieto que reivindicamos hoy contra el proyecto autoritario de la LOE.
[Artículo publicado originalmente en "Caracas es el reto", en octubre de 2009]
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