Cuando el 27 de abril de 1870 Guzmán Blanco entró en Caracas las ruinas del terremoto de 1812 yacían en sus calles. A fines del siglo XIX se inició un proceso de modernización de la ciudad, superficial aún, irregular y epiléptico. Modernización que tuvo una relación tensa con las tradiciones urbanas, cual huída hacia delante y negación de la ciudad colonial.
Uno de los aspectos más relevantes de la modernización caraqueña fue la expansión de la infraestructura de servicios, especialmente la aparición de una red hospitalaria. El precedente más importante fue la creación del Hospital José María Vargas. El 16 de agosto de 1888, Rojas Paul, uno de nuestros efímeros presidentes civiles del siglo XIX, decretó la creación de un moderno hospital, inaugurado por Andueza Palacio en 1891.
El Decreto fundacional establecía que tendría capacidad para 1.000 camas, aunque al inaugurarse apenas alcanzó a 440, constituyó el primer centro moderno de atención médica de la capital. Se convirtió pronto en eje de desarrollo de la medicina nacional, al combinar lo asistencial con lo docente. Una generación formó el equipo que le dio al Hospital Vargas su lustre, nombres como los de Calixto González, Luis Razetti, Rafael Rangel, Pablo Acosta Ortiz, Santos Anibal Dominici, entre otros, crearon los estudios médicos modernos en Venezuela a través de su labor en el Hospital Vargas.
A los 121 años de su fundación, el 16 de agosto de 2009, sus médicos se concentraron a protestar en su plaza central para hacerle notar al Ejecutivo nacional el estado ruinoso de las instituciones hospitalarias, haciendo evidente que vivimos tiempos de oscuridad, aquel centro que fue farol de luminosidad moderna en medio de la oscuridad decimonónica clama hoy para que Venezuela retome la vía del progreso en materia de salud pública.
[Artículo publicado en la columna "Devenires caraqueños" en el primer ejemplar del periódico "Caracas es el reto"]
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