Nada como las navidades caraqueñas para reconocer la inmensa riqueza que una ciudad cosmopolita como Caracas ha sido capaz de asimilar, y que expresa cotidianamente. Caracas ha sido ciudad abierta a la migración, hemos recibido de múltiples pueblos, culturas y tradiciones que han enriquecido y transformado nuestras prácticas culturales. Evidentemente la Navidad, al celebrar la venida del Niño Jesús, llegó a estas tierras con la presencia castellana, española, pero se enriqueció con los aportes de distintas olas migratorias.
Varios eventos marcan el inicio de las navidades, el encendido de la Cruz del Ávila adorna nuestra montaña a principios de diciembre. El tradicional sonido de las gaitas zulianas empieza a invadirnos, anunciando que una fiesta de familia ha comenzado. Para los caraqueños las navidades empiezan a saborearse con más de un mes de antelación, pero las carreras inician a fines de noviembre para buscar, no sólo los regalos para familiares y amigos, sino los ingredientes para preparar el menú decembrino.
En las oficinas el mes de diciembre es tradicionalmente fecha de despedidas de año, de fiestas, de intercambio de regalos y amigo secreto, de adorno navideño, la realización de pesebres y el adornar del árbol se convierten en nuevas actividades lúdico-laborales. Porque en nuestros hogares y oficinas conviven en armonía el nacimiento o pesebre con el árbol navideño, el Niño Jesús con San Nicolás, incorporando en algunos casos hasta la celebración de la llegada de los Reyes Magos.
Los recuerdos de mi infancia están repletos de Navidades llenas de música familiar, el sonido de Billo se mezcla con viejos discos de Nancy Ramos, gaitas zulianas, aguinaldos, villancicos y parrandas, el Ponche Crema de Eliodoro González y de mi tía, la deliciosa torta negra de mi mamá, el pan de jamón, los bollos, las hallacas, el turrón de Jijona, con un poco de dulce de cabello de ángel o de lechoza. Con el pasar de los años a mi celebración navideña se incorporaron las madrugadas en la Tierra de Nadie de la Ciudad Universitaria con algunos gaitazos.
Este mes se llena de actividades como las patinatas y las misas de gallo, amenizadas también con esas mismas parrandas y aguinaldos. Con el descenso de Pacheco, el frío decembrino con neblina en La Pastora, aparece también el chocolate caliente. Lástima que este fin de año el frío decidió abandonarnos en unas cálidas festividades.
La navidad caraqueña está llena de sabores y olores. Un aspecto extraordinario del menú navideño es que su realización reunifica a la familia extendida, la búsqueda de los ingredientes para las hallacas, para hacer el pan de jamón, para la explosión de la dulcería criolla a través del dulce de lechosa, de cabello de ángel, etc., incorpora a la familia entera. En la mesa de navidad conviven el tradicional pernil con el pavo, contando también con la presencia del bacalao, acompañando hallacas y bollos que expresan también la vivencia de una solidaridad renovada cada año, las hallacas de los vecinos, los bollos de los abuelos, etc. No pueden faltar los turrones y la tabla de quesos. Sabores, olores, colores, familia, amigos…
Las dos últimas semanas de diciembre están marcadas por el recorrido por las distintas casas familiares, tíos, abuelos, primos, etc. La decisión de alternar las fiestas de Navidad y fin de año es de trascendental importancia y sus implicaciones se extienden a largo plazo. Esta energía decembrina es combustible que nos permite continuar la lucha, con la conciencia tranquila de saber que defendemos esa convivencia libérrima, una humanidad finalmente reconciliada.
Comentarios
Soy un escritor español, vasco, que acaba de publicar una novela cuyo argumento creo que puede interesar en Venezuela.
Gracias anticipadas y agradeceré su opinión.
Un saludo
Javier Zuloaga