Se comprende que la mayor parte de la opinión pública, tanto venezolana como española, haya hecho importante énfasis en las palabras de respuesta del Rey Juan Carlos I de Borbón a la recurrente retórica del Presidente Chávez durante la Cumbre Iberoamericana,el 10 de noviembre de 2007. Pero la trascendencia del mensaje político no se encuentra en la pérdida de la paciencia regia sino en las palabras del Presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Durante ese encuentro el Presidente Chávez había reiterado su mote de “fascista” dirigido contra el ex Presidente José María Aznar. José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE, partido socialdemócrata moderno, que encabeza el gobierno de España desde 2004, decide exigirle al mandatario venezolano respeto para José María Aznar. Zapatero, finalmente, salió a darle una lección de democracia, de convivencia, al defender a un opositor en un escenario internacional. Es importante transcribir el mensaje que Zapatero le dirige a Chávez:
Estamos en una mesa donde hay gobiernos democráticos, que representan a sus ciudadanos en una comunidad iberoamericana que tienen como principios esenciales el respeto. Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica, no seré yo el que esté cerca del ex presidente Aznar, pero el ex presidente Aznar fue elegido por los españoles, y exijo, (…) ese respeto, por una razón, además (…)
Presidente Hugo Chávez, creo que hay una esencia y es que para respetar y para ser respetado, debemos procurar no caer en la descalificación. Se puede discrepar radicalmente de las ideas, denunciar los comportamientos, sin caer en la descalificación. Lo que quiero expresar es que es una buena forma de poder trabajar entendernos en favor de nuestros pueblos, que nos respetemos, a los representantes democráticos, y pido -presidenta Bachelet- que ésa sea una norma de conducta en un foro que representa a los ciudadanos, que respetemos a todos nuestros dirigentes, a todos los gobernantes y ex gobernantes de los países que formamos esta comunidad.
Creo que es un buen principio y deseo fervientemente que ése sea un código de conducta, porque las formas dan el ser a las cosas, y se puede discrepar radicalmente de todo respetando a las personas, ése es el principio para que uno luego pueda ser respetado.
Estoy seguro que toda esta mesa y todos los latinoamericanos quieren que todos los gobernantes democráticos (...) seamos respetados, hoy (alza la voz) y mañana, aunque discrepemos profundamente de las ideas que tengamos.
Rodríguez Zapatero salió a defender a un dirigente opositor, exigiendo mantener un clima de respeto y elevar el nivel del debate. Este es un mensaje contundente para Venezuela. El chavismo se alimenta de la crispación, la impulsa, la nutre, la estimula, y después se desentiende de las consecuencias de sus acciones. No aceptan construir acuerdos, consensos, prácticas de convivencia desde la pluralidad y diversidad política, porque no reconoce la legitimidad del otro, sino que lo descalifica bajo una tonelada de insultos. Está declaración iba dirigida directamente contra quienes pretenden imponer un Pensamiento Único en Venezuela, un gobierno que jamás rebate argumentos sino que descalifica al interlocutor.
¿Dónde está el fascismo?
Si algún apelativo ha sido usado de manera reiterada por el chavismo para descalificar cualquier tipo de crítica ha sido el de “fascista”. La calificación de “fascismo” ha sido usada por el chavismo para construirse su propia imagen de la oposición venezolana.
¿A qué se refieren? El fascismo histórico apareció en el marco de la crisis europea entre el fin de la I Guerra Mundial y el impacto de la recesión de los treinta. Se caracterizaba por el uso de la violencia en la política, por su oposición en contra de todas las instituciones liberales, contra los parlamentos, contra de la democracia, contra los partidos, contra los políticos, así como en su rechazo al comunismo. Capitalizó la crisis económica, política y social, usó las herramientas de la democracia liberal para destruirla. Movilizó la frustración y la rabia para alcanzar el poder, e imponer, con el aplauso popular, la construcción de un régimen totalitario.
Frente a los valores de la democracia liberal el fascismo se mostraba como una organización militar. Los partidos fascistas se organizaban como un ejército, y concebían la lucha política como una permanente batalla militar, no reconocían adversarios sino enemigos. De su mentalidad militar y militarista derivaba asimismo su culto al líder único. Proclamaban la superioridad de la voz de un único líder al que no se le podía rebatir nada. Este culto llegó a niveles de paroxismo conforme los poderes de dicho caudillo se tornaban absolutos. Toda política se remitía a la voluntad del líder, y la configuración misma de la sociedad, con rasgos corporativos, giraba en torno al Partido único y el líder único.
Manejaban una retórica propagandística permanentemente belicista, guerrerista, que estimulaba la paranoia en la sociedad. Proclamaban la permanente amenaza de los “enemigos”, externos e internos, usaba la supuesta amenaza “externa” para aplastar la disidencia interna, negándole cualquier tipo de reconocimiento. Veían en cada disidencia una amenaza y en cada expresión plural una muestra de debilidad. El fascismo tenía una retórica obsesiva en torno a los supuestos “inmensos planes conspirativos de los enemigos del régimen”.
La relación con las masas no pasaba por las estructuras liberales, basadas en la libertad individual, ya que el fascismo era enemigo del individualismo, sino en la apelación a la masa como aplauso y aclamación. El individuo era esclavizado, aplastado por las estructuras de un Estado centrado en el culto a la personalidad, y en la voluntad de uno solo. El fascismo apelaba a las masas para recibir sus aplausos, para ejecutar una aclamación pública, porque el líder era la encarnación del pueblo, entendido como unidad de voluntad. Toda oposición era atacada como representación del anti pueblo, como encarnación del enemigo.
Tras estas breves reflexiones no me queda más que señalar que no es en la oposición donde se ha de buscar la encarnación de un fascismo criollo. La retórica del chavismo contra la amenaza “fascista”, interna y externa, tiene todas las características de una proyección, sus propios fantasmas, sus propias prácticas, delatan su carácter.
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