En la región se enfrentan hoy dos paradigmas, la democracia liberal, de reciente institucionalización, contra una nueva reacción autoritaria antiliberal, de múltiples implicaciones globales, que tiene a Venezuela como epicentro regional y a Cuba como modelo referencial.
En ese contexto de inestabilidad institucional regional, las elecciones uruguayas del 25 de octubre inician un nuevo ciclo. Tendremos siete presidenciales entre 2009 y 2010, luego de Uruguay se realizarán los particulares comicios de Honduras en noviembre, las elecciones generales del 6 de diciembre en Bolivia, para finalizar el año con las presidenciales chilenas el 11 de diciembre. Seguiremos 2010 con Costa Rica en febrero, Colombia en mayo y el 3 de octubre en Brasil.
Debemos señalar que es distinto el cambio político en democracias liberales consolidadas, como Uruguay, Chile, Costa Rica y Brasil, que el conflictivo avance del autoritarismo en Bolivia. Así como hay diferencias entre una institucionalidad sometida a una guerra interna y a una personalización de la política, como Colombia, y comicios realizados bajo el autoritarismo hondureño.
Tres procesos serán centro de atención del gobierno venezolano. Las presidenciales de Honduras, que los países del ALBA buscarán impedir, ya que puede abrir paso a la superación de la crisis política, dejando atrás el autoritarismo de Michelletti, otorgándole legitimidad popular a un nuevo gobierno pero impidiendo la Constituyente. La reelección de Evo Morales en Bolivia, que sería un paso más hacia la consolidación del eje autoritario de carácter antiliberal. Y finalmente, las presidenciales colombianas, bajo la sombra del personalismo de Uribe, bien alcanzando una segunda reelección o proyectando un sucesor.
Podríamos ver cambios en Chile y Brasil. Tras casi veinte años de gestión gubernamental exitosa, la Concertación Democrática chilena parece haber agotado su vigor, la popularidad de Bachellet no parece trasladarse a la candidatura de Eduardo Frei, quién se postula para la reelección frente al empresario derechista Sebastián Piñera. La debilidad de Frei ha fortalecido la figura del joven independiente Marco Enriquez–Ominami, un poco más a la izquierda del espectro, pudiendo incluso pasar a la segunda vuelta contra Piñera.
Otro gobierno exitoso, el de Lula Da Silva en Brasil, tampoco parece tener capacidad de trasladar su capital político y su imagen de buena gestión a Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT). José Serra, gobernador de Sao Paulo, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) podría triunfar en las presidenciales, distanciando aún más a Brasil de la influencia venezolana.
Estos son apenas trazos que podrían anunciar un nuevo mapa político. En este marco, el compromiso con la defensa de la institucionalidad democrática liberal, bajo gobiernos de izquierda o de derecha, debe ser rasgo transversal de cualquier política regional progresista, porque el autoritarismo intentará intervenir los procesos electorales.
[Artículo publicado previamente en "Enfoque Complejo"]
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