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Emboscadas: la segunda ronda de la Reforma

La Comisión Mixta de la Asamblea Nacional ha aprobado la reforma de los 33 artículos propuesta por el Presidente de la República, pero además ha incorporado reformas a otros 25 artículos. Tratan de justificar tamaña desmesura argumentando que esas reformas provienen de sus múltiples “consultas” al “pueblo”.

¿De qué clase de “consultas” estamos hablando? Si nos atenemos a las declaraciones del diputado Ismael García, y a lo que hemos visto con nuestros propios ojos, el mecanismo de consulta diseñado por la Asamblea Nacional se limita a la realización de asambleas de calle arregladas, sin ningún atisbo de pluralidad ni de debate libre, reuniones manipuladas para aplaudir lo propuesto. Dichas asambleas manipuladas solo cuentan con la participación de aquellos que apoyan el “proceso revolucionario”, si alguna disidente voz se atreve a señalar algún tipo de separación de la línea oficial es aplacada por los gritos atropellados de la multitud, por insultos e humillaciones.

Este problema no es baladí, y necesitamos detenernos allí un momento, ya que lo que refleja es un estilo faccioso de ejercicio del poder, y nos habla finalmente de su concepción de “pueblo” y de “poder popular”. Se busca la realización regular de asambleas manipuladas y monocolores, dedicadas más a aplaudir que a deliberar. No hay garantías para el debate libre, ya que sólo se puede deliberar desde la autonomía y desde la libertad. Aquel que grite más, o quien tenga la capacidad de movilizar más personas, con más recursos por ejemplo, en medio de las coyunturas convocadas y montadas ad hoc, “controlará” las reuniones.

Otra cosa es la “representatividad” de las asambleas, las supuestas asambleas “populares” siempre convocan a una minoría movilizada, que se abrogaría la potestad de decidir por la totalidad del pueblo, por la totalidad del depositario real del poder. Estas “asambleas” se montarían por encima de los poderes electos, representantes de una mayoría constituida en una convocatoria al universo popular (el pueblo somos todos, no solo los que se reúnen en una asamblea) que garantiza el mismo acceso a la construcción del poder por parte de todos y de cada uno de los miembros de la comunidad. Por eso es que, en cualquier democracia contemporánea, la elección popular universal es más democrática que un régimen de asamblea. He aquí una de las grandes mentiras del denominado “Poder popular”.

Ahora, ¿cuáles reformas hicieron pasar en día feriado? 25 artículos fueron reformados, más allá de los 33 que ya el Presidente había tocado en la primera etapa. Vamos a referirnos a aquella reforma que ha producido una mayor reacción adversa en la opinión pública. La reforma del artículo 337 ha creado un justificado escándalo. El artículo inicial, sobre los estados de excepción, estaba redactado de la siguiente manera:
“El Presidente o Presidenta de la República, en Consejo de Ministros, podrá decretar los estados de excepción. Se califican expresamente como tales las circunstancias de orden social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos, a cuyo respecto resultan insuficientes las facultades de las cuales se disponen para hacer frente a tales hechos. En tal caso, podrán ser restringidas temporalmente las garantías consagradas en esta Constitución, salvo las referidas a los derechos a la vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos humanos intangibles.”

La Comisión Mixta decidió, tras unas pocas horas de discusión, eliminar el “derecho al debido proceso” y el “derecho a la información”. Las alarmas democráticas, ya sensibilizadas por el despotismo, el atropello y la arbitrariedad generalizadas, reaccionaron con estupor ante el retroceso que en materia de Derechos Humanos representa este cambio. Evidentemente, esta reforma se hizo pensando bajo la lógica del poder gubernamental. Pero si ya es suficientemente escandaloso el cambio en sí, es necesario repasar la lógica discursiva con la que pretenden justificar el atropello. La Presidenta de la Asamblea Nacional, diputada Cilia Flores, señaló que quienes podemos sentir preocupación por esta reforma simplemente estamos “conspirando con la paz y la estabilidad del pueblo, el que no piense en conspirar no va a pensar que esto se va a aplicar nunca, en un estado excepcional, el gobierno puede tomar las medidas para reestablecer la paz”. Cuando algún periodista le preguntó quién informaría en esas situaciones se limitó a decir que sería “el gobierno” el que controlaría el flujo de información.

La Comisión Mixta de la Asamblea Nacional usó como justificación el chantaje del “golpe de Estado” para arrebatarle a los ciudadanos el derecho a la información y al debido proceso en situaciones de excepción, pretendieron, los diputados, que estaban protegiendo al pueblo cuando le arrebataban sus derechos. Nuevamente el leitmotiv del golpe de Estado de abril de 2002 salió a relucir para ignorar la preocupación de una parte de la sociedad, y fortalecer el poder de un gobierno arbitrario.

El papel de PODEMOS

Interesante es hacer notar el papel de PODEMOS. De acuerdo a mi interpretación refleja toda una cultura política de debate democrático. Chávez nunca ha podido entender, ni aceptar, la cultura organizativa que el experimento del “Movimiento al Socialismo” contribuyó a crear en el seno de la izquierda democrática venezolana. Consiguió el apoyo del MAS en 1998, lo que fue determinante para ganar las elecciones a fines de ese año, pero nunca ha podido mantener en un redil “disciplinario” a los masistas.

El MAS apareció en la política venezolana a principios de la década de los 70 rechazando la cultura leninista autoritaria del Partido Comunista. Crearon una cultura del debate interno, de las respuestas flexibles, del reconocimiento de las tendencias internas. Formaron una organización distinta dentro de la izquierda venezolana.

Sus dirigentes se socialdemocratizaron más rápidamente que su base, lo que es origen de su tragedia a fines de la década de los 90. El chavismo arrastró la base masista y contribuyó a la diápora de sus dirigentes históricos fuera de la organización una vez que el partido decidió apoyar a Chávez. Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez, junto con un grupo importante de dirigentes, salieron del partido en el momento que éste caía bajo el manto del militar, no sin antes advertir a quienes tomaron esa decisión sobre las consecuencias que traería tan grave error.

Pero aquí empezó el karma del chavismo con la cultura de la dirigencia naranja. A lo largo de estos nueve años diversas divisiones ha sufrido el MAS, presionada su dirigencia por el estilo militarista y vertical del chavismo más rancio. Izquierda Democrática, Solidaridad, Vamos, Unión, varias han sido las organizaciones que han salido en el desmigajar de esta cultura política. El MAS decidió separarse de Chávez, y los chavistas del MAS decidieron constituirse en PODEMOS. Bueno, ahora resulta que PODEMOS también le salió respondón, esa es la cultura de debate libre que contribuyó a darle esa forma particular al MAS. Tendrán que soportar a Ismael García y a los diputados que mantienen su carácter democrático.

¿Un régimen socialista?

El PSOE ha gobernado en España, entre 1982 y 1996, y luego entre 2004 y la actualidad. El Partido Socialista ha gobernado en Francia. El Partido Laborista gobierna actualmente en el Reino Unido. Partidos socialdemócratas han gobernado en las democracias alemana, belga, en las democracias escandinavas. La izquierda democrática, bajo la denominación socialdemócrata o socialista ha gobernado en Europa occidental y en América Latina a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y en lo que llevamos del siglo XXI.

En ninguno de estos casos han pretendido cambiar el régimen liberal democrático para constituir un “régimen socialista”, ni se ha pretendido crear un “Estado socialista”, lo que no ha impedido lograr importantes avances sociales en el marco de las instituciones liberales y democráticas. Equidad con igualdad. Si se quiere construir un sistema que garantice la libertad individual y la justicia social se debe preservar el derecho a la disidencia y a la diferencia, la pluralidad, el debate libre y la autonomía individual, solo así se constituyen regímenes deliberativos, democráticos, lo que implica que todo poder será limitado y que no existe una ideología oficial.

En Venezuela el gobierno pretende construir un Estado y un régimen “socialista”. Desde este gobierno conciben su “socialismo” como si este fuera el proyecto nacional, en desmedro negador de toda la gama ideológica de los venezolanos, liberales, socialdemócratas, socialcristianos, democristianos, conservadores, demócratas, comunistas, incluso los socialistas que conciben su socialismo como una cosa distinta al personalismo pretoriano que se nos presenta. La construcción de una ideología oficial, exclusiva y excluyente.

Aquí encontramos otro de los rasgos más preocupantes del proyecto de reforma constitucional, uno de los que me parece particularmente grave. La reforma del artículo 70 señala que los medios de participación y protagonismo del pueblo tienen como objetivo la construcción del socialismo y habla de la “solidaridad socialista” como una meta. En el artículo 16 se señala que las comunidades son el “núcleo espacial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano”. En la reforma del artículo 112, el que coloca los derechos colectivos por encima de los individuales, se habla de la construcción de una “Economía Socialista”, cosa similar podemos ver en los artículos 184 y 300. El artículo 158 dice que “el Estado promoverá como política nacional, la participación protagónica del pueblo, transfiriéndole poder y creando las mejores condiciones para la construcción de una Democracia Socialista”. El artículo 318 establece como uno de los objetivos principales del sistema monetario nacional “propender al logro de los fines esenciales del Estado Socialista”.

¿Qué quiere decir esto? ¿Qué nos debe decir como socialdemócratas? Esto no es un problema de chavismo y oposición, la construcción de un Estado socialista vulnera derechos fundamentales de la democracia porque pretende convertir al "socialismo" en la doctrina oficial del Estado. Así como el famoso Inciso sexto del artículo 32 de la Constitución de 1928, vigente hasta 1945, que prohibía la propaganda comunista, era una clara violación de los derechos de los venezolanos, esta reforma abre la puerta a la persecución contra toda idea que no sea socialista, al considerarla contraria a los principios de la Constitución.

Si queremos un Estado democrático, que garantice libertades individuales con equidad social, igualdad de oportunidades, este Estado no puede ser llamado socialista. Si creemos en la construcción de una Democracia Social es porque asumimos que nuestra sociedad es diversa y plural, que la convivencia democrática se construye partiendo de esta diversidad. Las instituciones democráticas se construyen para administrar en libertad una sociedad plural, y es esta pluralidad la riqueza fundamental de la sociedad. Pero esto no es lo que intenta construir este gobierno, este “socialismo” que se nos presenta, así como lo es el “bolivarianismo”, es manejado de esta manera como un dogma estático, como fruto de una doctrina, de una catequesis oficial dirigida por el poder, y al servicio de un poder personal y personalista, despótico, militarista y arbitrario. Para preservar la pluralidad y la tolerancia política en la Venezuela del siglo XXI, y abrir paso al progreso, hay que votar en contra de esta reforma. En estos momentos más de cien años de paz y más de setenta de democracia nos contemplan.

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