El "legado" es la trampa abismal |
Nuevamente fue postergada la presentación de la Memoria y
Cuenta de Nicolás Maduro, lo que refleja no solo la incapacidad del gobierno
para dar una respuesta efectiva a la crisis económica que nos está tragando
cual tremedal, sino que además evidencia la incapacidad de evitar su traslado a
una profunda crisis política en la que ya nos encontramos inmersos. No pueden
responder al problema económico porque están incapacitados para desmontar la
política que lo generó.
Vamos al punto. Hemos sido testigos estos días de una
discusión, entre técnica, económica y política, sobre las medidas necesarias
para sacar a Venezuela del desolado paisaje de escasez, desabastecimiento,
colas, en que se ha convertido nuestra cotidianidad. Varios han promovido
diversas acciones, desde la unificación cambiaria hasta la sinceración del
precio de la gasolina, desde ir al FMI hasta pedirle más dinero a los chinos,
otros incluso sueñan (o tienen pesadillas) con escenarios de mayor
radicalización. Por diversas vías llega la información de que varios equipos
gubernamentales discuten paquetes de medidas para “sortear” la crisis, a la que
siguen trabajando como “coyuntural” y derivada de la caída del ingreso
petrolero.
“¡Es la política, estúpido!”
La crisis no es una simple derivación de la caída del petróleo |
Pero, en el fondo la opinión pública está rodeando el aspecto
clave de la presente situación venezolana, el problema económico en Venezuela
es político, porque deriva del impacto institucional de la implantación de un
modelo de poder sobre la sociedad. No se resuelve con un paquete de medidas
económicas si este no pasa por un cambio en el funcionamiento efectivo del
poder y en su correlación institucional.
La crisis económica actual no es una simple derivación de la
caída de los precios del petróleo. El boom petrolero, y la inmensa cantidad de
ingresos que en forma de petrodólares llenó las arcas del Estado, lo que hizo
fue ocultarnos la profundidad de la destrucción del aparato productivo y de las
redes de distribución y comercialización interna. De hecho el recurso público
generado fue usado por el gobierno para desatar un populismo consumista, como
lo define Tamara Herrera, mientras incrementaba la destrucción productiva de
Venezuela.
Entonces, lo que hay que asumir es que el “legado” es la
trampa y el laberinto en que estamos sumergidos, el malestar que estamos
viviendo no es un mal funcionamiento del modelo, sino la consecuencia efectiva
de su aplicación. El funcionamiento de la economía en Venezuela está tan
profundamente imbricado con el modelo político impuesto que no puedes generar
cambios efectivos en la dinámica económica sin colocar una bomba por debajo de
la línea de flotación del régimen político. Esto es así porque el modelo
político impuesto por la nomenklatura gobernante hizo de la gestión económica
un instrumento de control social para consolidar su hegemonía de forma
permanente y absoluta.
Un entorno hostil: instituciones extractivas y control social
El modelo ha creado un entorno hostil para emprender nuevos
negocios, ha generado una trampa porque esa era la meta. Conservar el poder de manera
hegemónica, personal, permanente, impedir cualquier forma de autonomía social,
vista como potencial amenaza a la hegemonía, han sido los objetivos centrales,
rectores como diría Diego Bautista Urbaneja, de todas las acciones
gubernamentales del chavismo desde 1999. No hay una preocupación real por la
gestión, más allá de la imprescindible para no perder el control social.
El desarrollo práctico de este objetivo rector se ha
expresado en el modelo, que motoriza al régimen y al sistema. Desde que en 2005
Hugo Chávez empezó a hablar del “socialismo del siglo XXI” las coordenadas
estaban claras, y con cada vuelta de tuerca la política de establecimiento de
controles sobre la economía usando el recurso petrolero avanzaba, en desmedro
del sector privado productivo y autónomo, que era visto como enemigo, porque la
autonomía de los actores sociales es concebida como una amenaza potencial al
sistema. El avance del modelo fue modificando el entorno económico, político y
social, a través de acciones ejecutivas tomando control de sectores
productivos, de legislación que impedía la actuación autónoma de los actores
económicos, de restricciones que inhibían cualquier inversión que se tradujera
en autonomía.
Los inmensos ingresos petroleros fueron usados por el Estado
para apropiarse de gran parte de la infraestructura productiva privada, bloqueando
la producción no-petrolera e incrementando las importaciones.
El control de cambio ha contribuido a generar inmensas distorsiones |
Un ejemplo dramático son los alimentos. Entre 2010 y 2014
la destrucción de toda la cadena de producción, comercialización y consumo de
alimentos ha sido sistemática, de acuerdo a lo señalado por Rodrigo Agudo.
En 2010 se destruyó la capacidad de producir y se avanzó en la pérdida del
crédito externo para importar, responsabilizando el gobierno a la “dependencia
imperial”. Los denominados “explotadores” fueron los objetivos del ataque
gubernamental en 2011, avanzando en la destrucción de la manufactura perdiendo
la oferta de alimentos procesados. Los mayoristas fueron el centro de la
ofensiva del gobierno durante 2012, acusados de acaparadores, agudizando el
desabastecimiento. El ataque alcanzó a los vendedores al detal en 2013,
etiquetados como especuladores, extendiéndose la escasez. En 2014 el ataque se centró
contra el consumidor final, la familia, acusada de consumista. Finalmente,
llegó en 2015 la escasez generalizada.
Los efectos perniciosos de la destrucción de las redes
privadas de producción y comercialización fueron ocultados por el incremento
del consumo vinculado a la expansión del gasto público. El boom petrolero
ocultó la destrucción de la economía. Vamos a tratar de entender el entorno
creado para proceder luego a trabajar en el desmontaje.
Lo primero a comprender son los cambios en el entorno
político-institucional. En Venezuela no existe hoy Estado de Derecho, ni
tribunales independientes, ni justicia imparcial, por ende el derecho de
propiedad es una gracia del poder. Al no haber tribunales independientes no hay
posibilidad de tener un juicio justo. Sin protección a la propiedad privada el
riesgo de ingresar en el mercado venezolano es muy alto. Al no existir transparencia
en la gestión del Estado los inversores no pueden planificar a mediano y largo
plazo.
La burocracia estatal estimula con cada alcabala la corrupción,
y estamos repletos de trabas. Vamos a adentrarnos en los datos que nos
proporciona el Informe Doing Business 2015. En Venezuela se requieren 17
procedimientos para crear una empresa, lo que tarda 144 días; se deben realizar
9 procedimientos en 380 días para tener permisos de construcción, 6
procedimientos en 178 días para tener servicio eléctrico, 9 procedimientos y 52
días para registrar una propiedad. De acuerdo al mismo Informe Doing Business
2015 Venezuela se encuentra en las peores condiciones en lo que se refiere a
derechos de propiedad (1/12). Se pagan 71 pagos de impuestos por año, tardando 792
horas.
Las exportaciones también están entorpecidas. Legalmente, se
requieren 8 documentos para exportar, lo que tarda 56 días e implica un alto
costo de la exportación (3.490$ por container). De igual manera se exigen 9
documentos para importar, que se consiguen en 82 días, con alto costo también
para la importación (3.695$ por container). Cada procedimiento es una nueva
alcabala y una nueva oportunidad para la corrupción, que el modelo aúpa y
ampara estructuralmente.
La alta incertidumbre y la inestabilidad han marcado la
economía venezolana los últimos años. Estamos hoy en medio de una recesión
institucionalizada, como bien caracteriza Asdrúbal Oliveros, es probable una caída
del Producto Interno Bruto de -6% en 2015, con un entorno petrolero adverso,
marcado por el descenso de los precios, la pérdida de mercados internacionales
para el petróleo venezolano y la destrucción sistemática de PDVSA.
Tenemos un creciente e inmanejable déficit público que se
eleva a -18% para este año. Los niveles de endeudamiento no son manejables sin
un cambio estructural. El descenso de las importaciones privadas en un entorno
de controles y restricciones nos habla de una caída del consumo.
Con una de las más altas tasas de inflación del mundo, mayor
al 60% en 2014 (oficial), que puede superar el 100% en 2015. Esta alza en el
costo de la vida es alimentada por una irresponsable política fiscal y por una
política monetaria de impresión de dinero inorgánico que han destruido el valor
de la moneda. Al mismo tiempo la política
cambiaria impide la inversión al bloquear el libre flujo de capitales.
Entonces, tenemos una caída histórica en los niveles de inversión privada los
últimos quince años, y una muy probable caída de la inversión pública en 2015.
A lo largo de la última década la legislación económica se ha
dedicado a incrementar los controles, aumentar la burocracia que traba el flujo
de la economía e impedir la existencia de iniciativas económicas autónomas,
inhibiendo toda inversión productiva. La gestión política de la economía se ha
desinstitucionalizado, mientras que el poder de la burocracia es tan total como
corrupto, al no existir criterios claros y transparentes. En este marco la
planificación centralizada ha demostrado nuevamente ser brutalmente ineficiente.
La estructura legal y política de controles ha distorsionado
la economía hasta hacerla inhóspita para cualquier inversión productiva. Lo
establecido en el Plan de la Patria termina destruyendo cualquier posibilidad
de recuperación económica. La Ley de “Precios Justos” no ha impedido la
inflación ni la escasez, pero el control sobre las cadenas de distribución de
bienes ha hecho rotar geográficamente la escasez de muchos productos. No hay
política real de estímulo a la producción privada, todo lo contrario la
legislación la inhibe. Los Decretos Ley aprobados en el marco de la última Ley
Habilitante son ejemplo claro, no resuelven los problemas que nos han conducido
a la presente crisis sino que la agravan.
Todo esto nos lleva a comprender la caída importante del
consumo interno y el inevitable empobrecimiento de los últimos dos años. El
mercado laboral también presenta una gigantesca acumulación de distorsiones, la
inamovilidad laboral, mantenida artificialmente, inhibe la creación de empleo.
A lo que hemos de agregar que las instituciones de capacitación para
trabajadores no están funcionando.
La extensión en el tiempo del control de cambio ha generado
una cadena de distorsiones en la economía venezolana que es muy difícil de desmantelar.
En Venezuela no hay acceso efectivo a un mercado global de capitales, aquellos
que se arriesgaron a invertir no pueden repatriar ganancias, por ende no
volverán a invertir ni estimulan que otros lo hagan. A lo que debemos agregar
el bloque al acceso a un mercado global de insumos externos que hacen posible la
producción interna.
Pero el asunto es también muy grave en materia de
infraestructura y servicios públicos, la crisis de los servicios públicos es un
inhibidor de la inversión. Las irregularidades en el servicio eléctrico
aumentan los costos y reducen la productividad, las irregularidades en el
acceso al agua perjudican la productividad. La inseguridad personal tiene
profundas implicaciones económicas, los costos derivados del riesgo por motivo
de delincuencia constituyen un inhibidor a potenciales inversiones. El colapso
recurrente de las vías de comunicación, otrora eficientes, aumenta riesgos y costos
asociados. Por último el acceso limitado e irregular a servicio de
comunicaciones vitales, como lo son hoy las conexiones a internet, aumenta los
costos de la inversión inhibiéndola.
La vía de solución pasa por desmantelar el “legado-trampa”
Restaurar la producción pasa por un cambio político |
¿Qué se puede hacer para lograr salir del laberinto de un
entorno hostil? Construir un entorno institucional inclusivo y hospitalario
para las inversiones. Eso es fácil de decir y complejo de realizar.
Vamos por partes. Efectivamente, lo primero es la política, y
hablamos de la alta política, la institucionalidad del poder. Solo puede haber
recuperación económica si existe seguridad jurídica, y eso pasa por la
existencia de tribunales independientes, de una justicia imparcial que
garantice efectivamente los derechos ciudadanos. Se debe proteger la inversión,
con atención se debe amparar, promover y proteger la propiedad privada,
especialmente de los medios de producción. Solo con poderes independientes, y
con una justicia imparcial administrada por tribunales se puede luchar
efectivamente contra la corrupción.
Sin Estado de Derecho no habrá inversión |
En segundo lugar el Estado debe ser responsable ante sus
ciudadanos, eso implica detener la emisión de dinero inorgánico, detener el
financiamiento del BCV a PDVSA, eliminar
los Fondos paralelos (Fondo Chino, Fondo Miranda) y unificar el presupuesto de
manera transparente colocándolo bajo estricto control parlamentario.
De igual manera el Estado debe garantizar la inversión
eficiente en infraestructura de servicios para garantizar acceso regular a los
mismos para todos, mantener el gasto social sin corrupción dedicado al
desarrollo de las capacidades de los venezolanos.
Esto no se puede hacer con la presente opacidad en la
información pública. La gestión del Estado ha de ser transparente, toda la
información pública debe ser de acceso pleno para los ciudadanos. Es imperativo
recuperar la autonomía institucional del Banco Central de Venezuela y del
Instituto Nacional de Estadística, deben publicarse todos los indicadores con
regularidad.
Vamos al punto de la construcción de la verdadera gran alianza
productiva en Venezuela. Se deberían crear mecanismos de concertación
permanente, institucionalizados, con el sector privado para generar una
transformación productiva que permita incrementar la productividad de
Venezuela. Restablecer comisiones tripartitas entre Gobierno, trabajadores y
empresarios para cambiar las reglas de juego económico.
Hay que desbloquear el comercio exterior venezolano |
No hay manera de incrementar la
producción sin abrir el mercado venezolano a las inversiones privadas, internas
y externas. El Estado debe desprenderse de empresas improductivas y quebradas,
facilitar acceso a las divisas al sector privado para la generación de actividades
productivas, facilitar repatriación de capitales invertidos para lograr
promover nuevas inversiones.
Se requiere reducir y simplificar los
trámites, tanto en número como en tiempo, lo que bajaría los costos económicos
y reduciría las oportunidades para la corrupción. Se debe crear una plataforma
de oportunidades para la inversión privada, tanto para la producción destinada
a la exportación como a la dedicada al mercado interno. Se deben fortalecer los
mecanismos económicos y las prácticas de integración regional, promoviendo el
comercio exterior, la inserción de los capitales de la región en la economía
venezolana, la inversión de capital nacional en la economía regional. La
frontera debe ser un espacio de oportunidades de inversión.
La destrucción de la moneda debe ser revertida |
Es imperativo eliminar controles
arbitrarios y discrecionales establecidos sobre la economía, lo que pasa por derogar
el Plan de la Patria y toda la legislación económica conexa, derogar la “Ley de
Precios Justos” y derogar las políticas que pretenden controlar
centralizadamente la producción, manufactura, distribución y consumo.
Finalmente, hay que invertir en el
fortalecimiento de las capacidades de los venezolanos, lo que pasa por que las
estructuras de capacitación de trabajadores deben cumplir su función, como lo
es el caso del INCES, para aumentar productividad y competitividad de los
mismos, única manera en que pueden insertarse en un mercado laboral cada vez
más exigente.
¿Pueden desmantelarlo quienes lo construyeron?
No sin pagar un inmenso costo
político derivado de la contradicción evidente. No estamos hablando de un
simple paquete de medidas económicas, eso sería sencillo.
El “legado-trampa” es
fundamentalmente una estructura de poder, con una correlación hegemónica que se
ampara en la inexistencia de instituciones independientes y de Estado de
derecho, con un funcionamiento del poder que se monta sobre la impunidad
absoluta, sin límites legales, con arbitrariedad y discrecionalidad.
Sin modificar la correlación y el
funcionamiento del poder no será posible que la economía vuelva a producir,
entre otras cosas porque el personal gobernante, que domina al régimen, que
controla el sistema, no genera ningún tipo de confianza. Montaron un sistema
corrupto y corruptor, hoy no tienen ni capacidad, ni habilidad, ni incentivos
suficientes para desmontarlo.
En conclusión, señores, sin cambio
político, es decir, sin un cambio en la correlación y en el funcionamiento del
poder, incluyendo a su personal de alto gobierno, Venezuela no podrá hacer
frente a la crisis económica. Seguir “corriendo la arruga”, que parece ser la
táctica escogida a falta de voluntad para enmendar, está profundizando la
crisis, arrastrando al gobierno a una crisis política colosal.
Abrir el cauce del cambio político para enfrentar la crisis económica
¿Podrían abrir cauce para un cambio
político? Tendría la nomenklatura que ser consciente de la necesidad de cambiar
la correlación y el funcionamiento del poder, pero además los incentivos para
hacerlo tendrían que ser mayores que los beneficios que genera el sistema para
quienes lo controlan, en forma de impunidad, enriquecimiento y poder ilimitado.
Eso ahora no parece posible, pero las condiciones pueden ser transformadas con
los instrumentos históricos de la lucha política.
El cambio no ocurrirá sin presión
social políticamente dirigida, que se exprese en cada resquicio existente, que
combine movilizaciones en calle con presión política específica, que sea capaz de
modificar la arena electoral, mover decisiones en la arena judicial, hacer uso
de los medios de comunicación existentes, impulsar cambios en la arena
legislativa, para lo que las elecciones parlamentarias serían un momento privilegiado.
Estoy convencido de que el año 2015 será
crítico, y por lo mismo, será oportuno para la transformación, pero esta no será
producto de un fenómeno natural ni astronómico compañeros, sino de un enorme
esfuerzo político, social y cultural, solo así podremos salir del laberinto de
la crisis socioeconómica venezolana. El resto es el abismo.
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