Estoy llegando de dar clases en la Universidad Central de Venezuela, hoy teníamos un día de exposiciones en historia económica. A las siete y media de la noche la Facultad fue desalojada. Había venido escuchando el traqueteo continuo de los disparos de armas de fuego y las explosiones desde que empezamos la clase, venían dichos sonidos de la Plaza del Rectorado. Más temprano, al entrar por Plaza Venezuela a las cinco de la tarde, tuve la oportunidad de observar un pequeño grupo violento interrumpiendo el ingreso a la universidad.
Al salir de FACES me dirigí hacia la Plaza Cubierta, en contra de los consejos de otros profesores, porque quería ver con mis ojos la destrucción que los sonidos anunciaban. A lo lejos, el fuego adornaba esperpénticamente a nuestra Tierra de Nadie. Subí a la Plaza Cubierta para encontrar el dantesco espectáculo de un Toyota incendiado incrustado a las puertas del Rectorado. Un acto de vandalismo político que tiene un objetivo muy claro, aterrorizar a quienes queremos, con sobrada razón, salir a marchar el día de mañana, primero, por un Presupuesto Justo para la UCV, pero también en defensa de la universidad autónoma, libre y democrática, es decir, de una universidad diversa y plural.
Entre ayer y hoy he venido escuchando la retórica de los “estudiantes chavistas” que se pronuncian contra la marcha, hablan de la administración del presupuesto de la UCV. No puedo dejar de pensar en aquel grupito que tomó el Rectorado aquel 28 de marzo de 2001, decían querer reformar la universidad, sin embargo, la verdad finalmente salió a la luz, fue un intento del gobierno para penetrar e intervenir la Universidad, para secuestrar su autonomía y convertirla en un lugar de culto al Pensamiento Único. Allí nació el M28, grupo oficialista que, tras su discurso pretendidamente “democrático y revolucionario”, actúa como Caballo de Troya de la intervención gubernamental de la universidad. Son cada día más violentos, justamente porque se sienten apoyados por el gobierno nacional.
Al gobierno le incomoda profundamente la Universidad autónoma, porque le molesta la disidencia y el pensamiento libre. Para un gobierno tan paranoico como el que nos toca padecer, la autonomía de cualquier elemento de la sociedad, bien sea organización, colectivo cultural, grupo de opinión, o de un simple individuo, es una terrible amenaza a su intento de construcción de una “hegemonía”.
A lo largo de esta década el gobierno ha pretendido controlar, penetrar, aplastar, a la Universidad autónoma. Ante su incapacidad para ganar las elecciones internas, bien sea en el cogobierno estudiantil o los comicios para las autoridades rectorales, pasaron a una estrategia múltiple, primero, construir instituciones paralelas controladas por el gobierno, segundo, intervenir los mecanismos de ingreso a la Educación Superior, tercero, asfixiarla a través del recorte del Presupuesto; todo esto acompañado de sus brigadas de choque disfrazadas de “movimientos”. La Universidad autónoma ha resistido, y ha salido adelante en la lucha por el rescate de la democracia en Venezuela, el movimiento estudiantil democrático ha encontrado su baluarte en el seno de la casa que vence las sombras. Aquellos que luchamos por las libertades encontramos un espacio en la Universidad para el ejercicio de la autonomía humana, para la libre deliberación académica, cultural, social, que es siempre una reivindicación del pluralismo.
Al ver el fuego del oscurantismo vandálico arder en mi Universidad autónoma sentí una profunda indignación. Sin embargo, tengo la convicción de que la luz de la Ilustración que defendemos, aquella que vence las sombras de la ignorancia, del dogmatismo, de la credulidad, saldrá mañana con nosotros a marchar, en defensa de la autonomía, no solo de la autonomía universitaria, no solo en rechazo al brutal recorte presupuestario, sino sobretodo en defensa de la autonomía de la sociedad frente al poder, de la preservación de la autonomía ciudadana, núcleo de nuestra vida republicana, contra cualquier intento hegemónico y totalitario.
Comentarios
Es lógico que un gobierno que se suma a la categoría de tiránico ataque y amedrente a la Universidad. La educación es un arma que considero más grande que cualquier fusil, y estoy seguro que todo tirano lo sabe cuando intenta ideologizar a su pueblo para perpetuarse en el poder, sin crítica ni pluralismo.
Disculpe que le critique sus buenas intenciones y su interesante historia, pero creo que usted tardó demasiado en sentir indignación. Yo siento indignación desde que tengo conciencia (¡Qué fue hace poco! El dolor de la juventud) para saber que en este país se eligió democráticamente a un antidemócrata; porque Hugo Chávez es antidemocráta desde 1992 -y quizás antes-.
Saludos cordiales.