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Juegos sucios y reelección presidencial


No puedo sino estar indignado con el juego sucio que un chavismo radicalizado ha desarrollado tras las elecciones del 23 de noviembre, proceso que alcanza su cumbre en el inicio de la campaña, antidemocrática y antirrepublicana, por la reelección presidencial ilimitada.

El protagonista central del juego sucio no es otro que el Presidente Hugo Chávez, quien no reconoce la existencia legítima de la alternativa democrática que ganó las elecciones en cinco Estados y más de cincuenta alcaldías.

Los que votaron por César Pérez Vivas en Táchira, por Antonio Ledezma en Caracas, por Henrique Capriles Radonski en Miranda, por Morel Rodríguez en Margarita, y por Henrique Salas Feo en Carabobo son tan “pueblo” como cualquiera, por lo que el saboteo desarrollado por el chavismo contra los recién electos es un juego antidemocrático de carácter abiertamente fascista.

Vemos además como citan a Manuel Rosales a la Fiscalía en calidad de imputado. El viernes pasado, y durante más de ocho horas, lo habían interpelado en la Asamblea Nacional. El nuevo Alcalde de Maracaibo demostró que las acusaciones que en su contra pretenden endosar carecen de fundamento. Rosales triunfó frente a la cayapa abusiva de una Asamblea Nacional ciega frente a la evidente corrupción que destruye internamente al chavismo. Es evidente que está sometido a una brutal persecución política.

Esto está ocurriendo en un ambiente de crispación creado por un gobierno que no reconoce otredad ni disidencia legítima. El chavismo radicalizado saboteó la toma de posesión en la Alcaldía Metropolitana, en las diversas Alcaldías y Gobernaciones en las que triunfó popularmente la alternativa democrática, mientras la retórica gubernamental evade cualquier tipo de moderación.

Grupos violentos del chavismo cercaron y amenazaron a los recién electos con el ejercicio de la violencia. Los mismos chavistas destruyeron varios organismos de gobernaciones y alcaldías antes que entregarlos a las autoridades legítima y popularmente electas de la alternativa democrática, mostrando que no tienen el más mínimo respeto por la voluntad popular expresada en las elecciones regionales ni por la ciudadanía que vive en esos sitios.

La destrucción no se limitó a la infraestructura física de gobernaciones y alcaldías, cosa que algunos podrían atribuir a una espontaneidad fanática de grupos aislados, sino que se convirtió en una política de Estado cuando las autoridades salientes, junto con el gobierno nacional, decidieron vaciar de atribuciones a las instituciones ganadas democráticamente por la oposición. Incluso dejaron al Cabildo Metropolitano sin sede, al igual que la Alcaldía de Maracaibo, simplemente porque las ganó la oposición. Donde perdieron prefirieron decretar la tierra arrasada antes de retirarse, mostrando que no les importa un mínimo la calidad de vida de la gente.

Incluso apenas un día después de las elecciones sectores radicales del chavismo sabotearon la proclamación de los candidatos ganadores de la oposición. El mismo domingo 23 de noviembre estos grupos cercaron varios centros de votación para evitar su cierre después de la hora reglamentaria de culminación de la votación, para hacer posible su movilización final.

Este juego sucio es una característica estructural de la práctica política del chavismo, es su recurrencia táctica político-militar, de allí el carácter fascista que asumen los grupos oficialistas, los atropellos, el uso político sistemático de las amenazas, de la violencia real y concreta, con el fin de crear un clima de terror e incertidumbre, para luego lograr chantajear a la ciudadanía, lo que no es otra cosa sino una destrucción de su libertad.

Digo que es una característica estructural porque fue práctica recurrente en la campaña electoral que acaba de finalizar. Reconociendo que ha sido una práctica recurrente del chavismo desde 1999 es necesario recalcar que han perfeccionado su ejercicio durante los últimos años. Durante la campaña para las elecciones regionales del 23 de noviembre nos enfrentamos a un ventajismo avasallante y al abuso gubernamental convertido en política de Estado.

Esto es parte de una concepción totalitaria del poder. El desprecio absoluto frente a la misma Constitución que dicen defender pero que les estorba, y frente a la ley como totalidad, ha significado la destrucción sistemática del Estado de Derecho a lo largo de esta década. El Presidente no soporta otra regla que la expansión infinita de su propia subjetividad reinante, miente y manipula cuando se proclama como el único intérprete del “pueblo”, convertido en su facción personal, una mayoría coyuntural convertida en justificación y base para la tiranía y el despotismo.
El eje central de esta nueva ofensiva, contra la democracia y contra la República, deriva de la obsesión ilimitada de poder absoluto personal, lo que se hizo evidente en un discurso encendido de Chávez, en el que anunció una enmienda constitucional con el único y exclusivo fin de permitir su cuarta elección en 2012.

Lo dramático de este personalismo político desatado a niveles patológicos es que el Presidente chantajea incluso a los sectores que lo apoyan, si la “Revolución” depende de la continuidad de un hombre en un cargo es un proceso condenado, ya que, luego de una década, no ha sido capaz de construir instituciones.

El discurso del Presidente Chávez recurre frecuentemente al chantaje y a la manipulación, al proclamarse como imprescindible, como la garantía de la paz. Se convierte Hugo Chávez en la única subjetividad posible, en el intérprete de una entelequia llamada “pueblo”, al que solo tiene acceso Él, líder único, máximo. Incluso aquellos que han decidido acompañarlo están atrapados dentro de su ego y su megalomanía, el destructor del chavismo es el mismo Chávez, ya que el único objetivo posible del proceso revolucionario termina siendo completar la biografía de su líder “máximo”.

El Presidente Chávez está obsesionado por la construcción de su poder absoluto, y de su extensión infinita en el tiempo, incapaz de entender de pluralismo, de relaciones horizontales, de construcción de consensos, está absolutamente negado a construir instituciones. De esta manera las leyes son concebidas como instrumento faccioso del ejercicio de poder para la extensión de su propia subjetividad. El proyecto es Chávez, ese es el drama en que se encuentra inmerso el mismo chavismo.

Esta propuesta de Enmienda, además de violentar los procedimientos establecidos en la misma Constitución, viola el principio republicano del gobierno alternativo, pero esto no ha de importar al gobierno actual. El discurso revolucionario asume que la legalidad se encuentra supeditada a la misma voluntad revolucionaria, a una fuerza telúrica de la Historia, con mayúscula, que lo aplasta todo, que lo sumerge todo, porque pretende darle sentido de totalidad a cada elemento.

¡Sufragio efectivo! ¡No reelección!

Esto nos lleva a una reflexión sobre la reelección presidencial. No por casualidad todos los regímenes presidencialistas colocan un límite a la reelección del Presidente de la República, acá no caben las manidas comparaciones con los regímenes parlamentarios europeos. Esto no es un problema de mayorías o minorías coyunturales, sino de principios republicanos esenciales, de la construcción de la ciudadana, del principio del gobierno alternativo y de los límites del poder personal frente a las instituciones republicanas.

El pueblo, uno de los términos más manipulados por la retórica política contemporánea, es el depositario de la soberanía en un régimen republicano. Pero cuando, desde los postulados republicanos y democráticos, reivindicamos la soberanía del pueblo no nos referimos a la “tiranía de la mayoría”, sino queremos señalar que el Estado de Derecho y la institucionalidad de la República se sostiene sobre la voluntad ciudadana, sobre la totalidad de su expresión, que siempre es plural, y se expresa en leyes generadas por instituciones provenientes del ejercicio de la soberanía popular. La mayoría, que es siempre coyuntural, está sometida a los principios republicanos, en protección de la soberanía popular.

En la historia de América Latina la búsqueda de la reelección presidencial ha sido causa de guerras y revoluciones porque vulnera los principios republicanos. Basta con recordar el lema de Francisco Madero, ¡Sufragio efectivo! ¡No reelección!, que dio inicio a la Revolución Mexicana en 1910. En el caso venezolano la pretensión de José Tadeo Monagas de reelegirse de manera inmediata se expresó en el adefesio jurídico de la Constitución de 1857, preámbulo de su propio derrocamiento.

Al oponernos a esta iniciativa reivindicamos toda una historia republicana, así como el proyecto democrático. Oponernos a la implantación de una hegemonía personalista, militarista, con rasgos autoritarios y con una práctica fascista es un compromiso ciudadano con la libertad y la modernidad. La defensa de estos valores que nos unen debe ser nuestro norte.

Hemos de oponernos a la iniciativa misma, al ser esta inconstitucional, ya que fue presentada y derrotada dentro del paquete de la Reforma Constitucional del 2 de diciembre de 2007. Sabemos que para el voluntarismo hegemónico y personalista esto no importa en lo más mínimo, y la Asamblea Nacional rápidamente aprobará la convocatoria a Referéndum.

Frente a esta iniciativa no queda otra opción que oponernos con nuestros votos, en defensa de la democracia y de la República. El 2 de diciembre de 2007 detuvimos la pretensión hegemónica personal, al autoritarismo y al militarismo fascista, es momento de ratificar con fuerza la historia del proyecto democrático y republicano venezolano.

Comentarios

Zhandra ha dicho que…
Hola Ysrrael:

He leído con atención tu escrito y, como de costumbre, hay que alabar la agudeza de tus comentarios, aunque para el vulgo, yo no debería decir esto... Ya siendo un poco más precisa, comparto algunas de tus preocupaciones, principalmente la referida al desconocimiento de los resultados electorales por parte de grupos radicales del chavismo y a la actitud poco decorosa de los vencidos. Me parece terrible que, lo que otrora fue un discurso marchito de la oposición radical (el gritar fraude, fraude) ahora sea un discurso de gente del gobierno y, por ende, se entiende como política del Estado, cuestión con la que obviamente no puedo estar de acuerdo...

Ahora bien, en lo referente a la enmienda, interpreto que lo que se pretende es dar la oportunidad a que el presidente se postule tantas veces como desee a la reelección, pero ello no implica que el proceso electoral presidencial quede anulado, pues si el presidente pierde, pues debe dejar el cargo.

Sin embargo, a la luz de mi primer comentario, es natural (y hasta sano) que se generen estos comentarios y resquemores, pues lo que inicialmente fue la actuación de unos grupos radicales, que no representan la diversidad del chavismo, fue refrendada por el alto gobierno.

Aún así, querido Ysrra, a pesar de los pesares, sigo sin encontrar en la oposición democrática (que reconozco que la hay) un liderazgo adecuado, un proyecto de país y un reconocimiento del socialismo, como una de las posibles vías de construir el espacio político de participación. Eso sí, y en eso creo que coincidimos, sin el panfletarismo y la corrupción que galopa entre aquellos que erróneamente se abrogan el derecho de autoproclamarse socialistas, pero con las prácticas del capitalismo...

Un abrazo fraterno de tu amiga,

Zhandra Flores

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