Durante mi infancia y mi adolescencia desarrollé cierta predilección por el género épico, crecí leyendo “Venezuela Heroica” y muchos relatos de caballeros en armadura reluciente, viendo además muchas películas similares, etc. Mi acercamiento infantil y adolescente a la historia pasó por la inmadura admiración por personajes como Alejandro Magno, Julio César, Napoleón… y Bolívar. Pero, finalmente uno crece. Al evaluar hoy día a estos personajes uno no puede dejar de pensar en lo caros que resultaron ciertas personalidades hiperbólicas, ciertas subjetividades desatadas, a los pueblos que le dieron cuna… y tumba. Nadie ha podido contabilizar cuanta sangre costó que existiera un Alejandro Magno o un Napoleón. Hoy en día mi gusto épico se lo dejo a la evasión cinematográfica, la vida es demasiado bella, demasiado única, cada ser humano es demasiado valioso, demasiado irremplazable, como para asumir la vida con criterios épicos. Se preguntarán a qué viene todo esto. La escalada retórica, bru
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