Todos hemos escuchado, alrededor de esta sociedad globalizada, la feroz crítica contra el “Pensamiento único”, etiqueta que se encuentra especialmente dedicada a caracterizar una imagen particular del “neoliberalismo”. Muchas veces quien levanta el índice acusador contra la imposición de este “Pensamiento único”, tiende a dirigir una mirada, entre comprensiva y halagadora, incluso hagiográfica, hacia los regímenes que existen en Cuba, Corea del Norte o Irán; incluso se ha visto casos en los cuales las arengas contra el pensamiento único son lanzadas desde capitales tan representativas como La Habana o Pyongyang. ¿De qué estamos hablando? La aparición pública del concepto de “Pensamiento Único” fue fruto de la pluma de Ignacio Ramonet, Director de Le Monde Diplomatique, en 1995, atacó fundamentalmente a lo que consideraba una ideología que se pretendía exclusiva, natural e incuestionable, que sostenía la hegemonía de lo económico, propugnaba al mercado como correctivo universal y establ
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